LA ACEPTACIÓN
Aceptación vs. Resignación: Un Camino hacia el Bienestar
Solemos confundir la aceptación con la resignación, creyendo que aceptar algo significa estar de acuerdo con ello y asumirlo sin más. Sin embargo, la resignación es una forma de rendirse, que genera sentimientos de rabia y frustración. La resignación cierra la puerta al cambio y transforma el dolor en sufrimiento, ya que implica negar lo que sucede y evitar la conciencia necesaria para la transformación.
La Aceptación
Aceptar implica observar y comprender la realidad tal como es. Es posible aceptar algo sin que nos guste. Por ejemplo, si tu pareja te grita, aceptar que esa es su forma de ser no significa que debas quedarte en la relación. Aceptar te lleva a preguntarte: ¿puedo vivir con esto? Si la respuesta es sí, dejas de esperar un cambio y asumes la situación. Si es no, esa aceptación te da la fuerza para tomar una decisión.
Resignarte, en cambio, te mantiene atrapado en un ciclo de espera y sufrimiento, donde sientes impotencia para actuar. La aceptación, en cambio, te permite buscar formas de transformar o mejorar lo que no te gusta, o al menos cambiar tu perspectiva y tu reacción ante ello.
La aceptación se fundamenta en el presente y en lo que hay, no en lo que nos gustaría que fuera. Al eliminar juicios de valor, simplemente observamos lo que sucede sin preguntar "¿por qué?"—lo cual nos convierte en víctimas—y en su lugar, preguntamos "¿para qué?", buscando aprendizaje y crecimiento.
Conectando con el Dolor
El dolor es parte de la experiencia humana, pero el sufrimiento es una elección. Para evitar el sufrimiento, es esencial reconocer el dolor y conectar con nuestras emociones, sin reprimirlas. Esto implica enfrentar nuestros miedos y comprender cómo nos afecta lo que sucede a nuestro alrededor.
Empieza a practicar la aceptación en pequeños hechos cotidianos: los olores, los sonidos, el ambiente físico, tus emociones. Reconocer tu estado físico y emocional es crucial. Cuando surjan pensamientos negativos, permite que pasen y dirígete a pensamientos alternativos. Lo mismo aplica a las emociones dolorosas: siéntelas y pregúntate cómo puedes sentirte mejor, aun en su presencia.
Lo que está ocurriendo, ya sea placentero o doloroso, sucederá de todas formas. Aceptar esto te evita el sufrimiento; negarlo solo te traerá más dolor. La aceptación es, por tanto, una de las bases del bienestar y un concepto que requiere introspección, flexibilidad, apertura mental y disposición al cambio.
La Sabiduría de Aceptar
Aceptar la realidad tal como es implica reconocer que no podemos transformar lo que negamos. Al aceptar, dejamos de quejarnos y cerramos la puerta al cambio. La aceptación es un acto de comprensión. Puede que no te guste lo que está sucediendo, pero no puedes cambiarlo si no lo reconoces primero.
Al aceptar, abres la puerta a la acción. La no aceptación a menudo lleva a que el dolor se convierta en sufrimiento. Decir "sí" al presente significa que no puedo decir "no" a lo que es. Acepto la realidad tal como es y luego puedo evaluar si puedo hacer algo para cambiarla.
La aceptación es sabiduría y nos permite aprender, mientras que la resignación nos lleva a la apatía. Al aceptar, no me conformo, sino que comprendo.
Reflexiones Finales
Te invito a preguntarte qué aspectos de tu vida no estás aceptando en este momento. La aceptación es incondicional y nos permite ver las cosas con una nueva perspectiva. Aquellos que abrazan lo inevitable a través de la aceptación descubren que el dolor emocional que experimentan se atenúa.
Este cambio de perspectiva, al mirar la situación desde una distancia, ayuda a fortalecer la resiliencia, que es nuestra capacidad de recuperarnos de situaciones difíciles y seguir adelante.
Lo que vivimos está más relacionado con nuestra interpretación que con los hechos en sí. Entender la diferencia entre aceptación y resignación nos permite atravesar momentos difíciles de manera más efectiva, sentando las bases para nuestra recuperación. Ya sea en el duelo, en desafíos laborales o en problemas de salud, hacer de la aceptación un estilo de vida es esencial para que las dificultades no restrinjan nuestra libertad ni nuestro bienestar.
Carolina Alvarez Patiño