INTELIGENCIA EMOCIONAL

26.03.2024

La amígdala es la estructura principal en la gestión emocional, preparando al cerebro para reacciones impulsivas e instantáneas, mientras que el neocortex actúa como regulador, controlando esos impulsos. Cuando experimentamos una emoción pero logramos controlarla para enfrentar la situación de manera más eficaz, es el cortex prefrontal el que está regulando la respuesta activa de la amígdala.

El "secuestro emocional" se refiere a situaciones en las que la amígdala se activa sin que se activen los procesos del neocortex, lo que puede llevar a reacciones desproporcionadas.

Daniel Goleman define la inteligencia emocional como la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente nuestras emociones, resistir decepciones, controlar impulsos, demorar la gratificación y mostrar empatía y esperanza.

Cinco aptitudes de la inteligencia emocional

  1. Autoconocimiento: Implica conocerse a uno mismo, comprender nuestros estados de ánimo y sus consecuencias. Se puede desglosar en tres subhabilidades:

    • Conciencia emocional: Reconocer nuestras propias emociones y sus efectos.
    • Autoevaluación precisa: Conocer nuestras fortalezas y limitaciones.
    • Confianza en uno mismo: Tener seguridad sobre nuestro valor y capacidades.
  2. Autorregulación: Las personas emocionalmente inteligentes saben controlar sus impulsos y emociones, y piensan antes de actuar. Las subaptitudes incluyen:

    • Autocontrol: Manejar emociones e impulsos perjudiciales.
    • Confiabilidad: Mantener normas de honestidad e integridad.
    • Escrupulosidad: Aceptar la responsabilidad por nuestro desempeño.
    • Adaptabilidad: Ser flexible ante el cambio.
    • Innovación: Estar abierto a nuevas ideas y enfoques.
  3. Empatía: No solo implica escuchar, sino también ponernos en el lugar de los demás, comprender sus emociones y la razón detrás de sus reacciones.

  4. Habilidades sociales: Las características anteriores facilitan la gestión de habilidades sociales para relacionarse con diversas personas. Se desglosan en siete subaptitudes:

    • Influencia: Aplicar técnicas de persuasión.
    • Comunicación: Escuchar activamente y transmitir mensajes claros.
    • Manejo de conflictos: Negociar y resolver desacuerdos.
    • Liderazgo: Inspirar y guiar a grupos.
    • Establecer vínculos: Fomentar relaciones significativas.
    • Colaboración y cooperación: Trabajar con otros hacia metas compartidas.
    • Habilidades de equipo: Crear sinergia para alcanzar objetivos colectivos.
  5. Automotivación: Una persona emocionalmente inteligente no depende de la validación externa, ya que encuentra en su interior las razones para seguir adelante. Se divide en cuatro subaptitudes:

    • Afán de triunfo: Esforzarse por cumplir o mejorar normas de excelencia.
    • Compromiso: Alinear metas personales y grupales.
    • Iniciativa: Estar dispuesto a aprovechar oportunidades.
    • Optimismo: Mantener una visión positiva a pesar de obstáculos.

Reflexiones sobre la inteligencia emocional

La inteligencia emocional no implica ser siempre simpático. A veces, es necesario comunicar verdades difíciles, incluso si esto puede resultar incómodo. Tampoco significa liberar todos los sentimientos sin control; en cambio, se trata de manejarlos y expresarlos de manera efectiva.

Una alta inteligencia emocional no garantiza que alguien haya aprendido actitudes emocionales adecuadas, sino que refleja un gran potencial para desarrollar habilidades prácticas y emocionales. A lo largo de los años, aprendemos a gestionar nuestras emociones, evitando comportamientos infantiles, y podemos mejorar nuestras habilidades innatas para controlar emociones negativas, transformándolas en positivas.

Beneficios de la inteligencia emocional

Desarrollar la inteligencia emocional aporta múltiples beneficios:

  • Mejora el conocimiento de uno mismo y de nuestras emociones.
  • Facilita la toma de decisiones más efectivas.
  • Aumenta el rendimiento laboral y la productividad.
  • Protege contra el estrés, la ansiedad y la depresión.
  • Fomenta relaciones interpersonales y la empatía.
  • Potencia el desarrollo personal.
  • Mejora la capacidad de influencia y liderazgo.
  • Favorece el bienestar psicológico.
  • Aumenta la automotivación y ayuda a alcanzar metas.
  • Previene formas problemáticas de gestionar el estrés y la ansiedad.
  • Facilita la adaptación del comportamiento según el estado emocional de quienes nos rodean.
  • Incrementa la capacidad de mantener una autoestima equilibrada, sin dejarse llevar por el pesimismo.

En resumen, la inteligencia emocional es fundamental para navegar nuestras emociones y relaciones, contribuyendo a una vida más satisfactoria y equilibrada.

Carolina Alvarez Patiño