EL MIEDO ¿NUESTRO ALIADO O NUESTRO ENEMIGO?
Imaginemos a nuestros ancestros viviendo en cuevas, rodeados por la naturaleza y enfrentando peligros constantes. Nos preguntamos: ¿Cómo lograron sobrevivir? La respuesta radica en el desarrollo de un cerebro más grande y un sistema nervioso complejo, que les permitió adaptarse rápidamente a situaciones amenazantes. A través de la evolución, el ser humano desarrolló una inteligencia capaz de compensar las carencias frente a depredadores.
El sistema nervioso autónomo
Este sistema se divide en dos ramas principales:
- Sistema nervioso simpático: Se activa en situaciones de miedo, desencadenando la respuesta de lucha o huida.
- Sistema nervioso parasimpático: Se activa una vez que el peligro ha pasado, ayudando al cuerpo a regresar a su estado de calma.
Ante una amenaza, el sistema nervioso genera una respuesta de alarma, lo que provoca reacciones fisiológicas automáticas que nos preparan para huir o luchar:
- Aumento de la presión arterial
- Intensificación del metabolismo celular
- Incremento de glucosa en la sangre
- Aumento de la coagulación sanguínea (para minimizar la pérdida de sangre en caso de heridas)
- Aumento de la actividad mental
- Redireccionamiento de la sangre a las piernas para facilitar la fuga
- Aceleración del ritmo cardíaco, distribuyendo hormonas como la adrenalina a todo el cuerpo
- Desactivación del sistema inmunológico y otras funciones no esenciales
- Agudización de los sentidos, con dilatación de las pupilas para captar más información
Estas reacciones son esenciales para la supervivencia; nuestro cuerpo sabe cómo actuar ante el peligro para maximizar nuestras posibilidades de salir con vida. Una vez que el peligro desaparece, el sistema se regula y regresa a la normalidad.
Cuando el miedo se convierte en enemigo
Pero, ¿Qué sucede cuando una persona percibe constantemente estímulos amenazantes que no son realmente peligrosos para su supervivencia? Situaciones cotidianas como conducir, el rechazo social, el trabajo o hablar en público pueden activar el sistema nervioso, incluso en ausencia de un verdadero peligro.
Esto lleva a que el sistema permanezca activado en el día a día, provocando respuestas fisiológicas continuas:
- Aumento del ritmo cardíaco y palpitaciones
- Inquietud física y necesidad de moverse
- Cierre del sistema digestivo, resultando en pérdida de apetito
- Hiper-vigilancia, con sentidos constantemente alerta
- Incremento de la actividad mental, atrapándonos en pensamientos negativos
- Debilitamiento del sistema inmunológico, aumentando la susceptibilidad a enfermedades
En este contexto, el miedo deja de ser un aliado protector y se convierte en un enemigo, paralizándonos y dificultando nuestra adaptación a la vida. La ansiedad puede surgir ante situaciones reales o imaginadas, ya que el cerebro no distingue entre ambas. Este estado de alerta constante nos lleva a evitar situaciones temidas, incluso antes de que se presenten, restringiendo nuestras experiencias y relaciones.
Efectos del estrés y la ansiedad
El estrés y la ansiedad, manifestaciones del miedo, son responsables de muchas enfermedades, ya que debilitan el sistema inmunológico y aumentan el riesgo de infecciones. Además, el nervio vago, conectado al estómago, puede causar problemas gástricos, y en la medicina china, el miedo está relacionado con el riñón.
Estrategias para manejar el miedo
Si el miedo domina tu vida, no luches contra él. En su lugar, identifica cómo se manifiesta y considera buscar la ayuda de un especialista que pueda guiarte en el proceso de convertirlo en un aliado.
Consejos:
- Toma consciencia: Reconoce que la amenaza no es tan real ni grave como tu sistema la percibe.
- Regula tu cuerpo: Si ya estás activado, ayuda a tu cuerpo a volver a la normalidad. Respira lenta y profundamente, imaginando que tu estómago es un globo que se infla y desinfla.
- Introduce actividades relajantes: Dedica tiempo a disfrutar y relajarte.
- Busca apoyo: No dudes en acudir a alguien que pueda ayudarte.
- Infórmate sobre el miedo: Conocer cómo se manifiesta en ti puede ser liberador.
- Recuerda la subjetividad del miedo: Lo que asusta a una persona puede no asustar a otra. Lo importante es ayudar a que tu sistema vuelva a la calma lo más rápido posible, evitando mantener pensamientos negativos.
La clave es permitir que el sistema se regule y aprender a manejar el miedo de manera adaptativa, lo que nos permitirá vivir plenamente y aprender de nuestras experiencias.
¡QUE EL MIEDO SEA TU ALIADO Y NO TU ENEMIGO!
Carolina Alvarez Patiño